martes, 17 de octubre de 2017

La Senhor



Como arena en el desierto vagabunda
insignificante y mareado me muevo,
movido al antojo por el viento
alisio y marítimo de su mirada.

Ya no ha voluntad en mi
por culpa de esta pérfida señor
que la tan mala ventura me dio
con este hechizo de amor.

Resuelto he de robarla, un beso,
una nube me dijo de hallarla, en el río.
Su aliento o mi vida, señor mía:
ya no hay vida sin su boca;
sólo daga en el pecho.

No hay comentarios:

Publicar un comentario