No hay más que oscuridad desde que la vi,
mi alma yace desnuda y desamparada.
Dos verdes hojas, el veneno que mastiqué,
de antídoto sólo habrán sus miradas.
Tallada luz que cruzó la penumbra,
penetró en mi y me robó la cordura;
ya no quiero alimento si no sea palabra,
de amor no espero, más que muerte segura.
penetró en mi y me robó la cordura;
ya no quiero alimento si no sea palabra,
de amor no espero, más que muerte segura.
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