miércoles, 25 de octubre de 2017

El cacique rural



Es un hombre avaro,
su sueño y su vida es el oro,
su corazón es marmol claro
y sus entrañas puro lodo.


Busca víctimas en la aldea,
libra quintos de soldado,
prestando cuartos usurea
al digno labriego doblegado.

El labriego se hace siervo,
de aqueste señor del campo,
que le explotará con acerbo
hasta que sea sólo un guiñapo.

Nuestro hombre vive y crece
hasta llegar a caballero,
pues tal tratamiento merece
el caballero Don dinero.

Y aborda la capital de provincia
a lomos de su corcel más blanco,
que de rondón no va a la política,
este alto caballero franco.

Le recibe presto el gobernador,
y también el diputado provincial,
que ambos saben quién es motor
primero, de esta máquina electoral.

Hace y desahace a su antojo,
todas las monteras le saludan,
vale de juez, alcalde o párroco,
pues la ley de todo, él acuña.

Y nunca pierde su importancia,
da igual quien suba al poder,
su metamorfosis es la constancia
y su avaricia es el haber.

Insecto de múltiples capas.
Hoy es conservador con Cánovas
y mañana será: fusionista y calamar,
al sol que más calienta...allí es adónde va.

Su política se cifra en la fortuna,
así sea monarquía, o sea república,
bien sea absolutismo, o democracia sea,
Impórtanle por igual:
él será siempre el señor,
mientras la ignorancia y la miseria, vivan en la aldea.



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