viernes, 20 de septiembre de 2019

Lucía

Eres una brizna de luz que me ilumina
e iluminas mis ojos con orgullo
inmenso, cual Soldatova o Averina
que en talento no igualan al tuyo.

Carne de padre soy y sangre de amor
que fluye a ti como un infinito arrullo
de una luna que con inflamado candor
mece al mar con su bello murmullo.

Llegaste cuando tocando el fin la calor
daba paso al suave ocre de las hojas
que alfombraron con resplandeciente fulgor
a un otoño ya moribundo con su lisonja.

Y contigo acaecieron los ungüentos
que fueron tus ojos y tu sonrisa hermosa
pues para mis dolores y mis lamentos
tú eres la cura única que me cura donosa.

Ya no me pensaría ahora sin ti, ni un momento
pues tú eres cuanto tengo y cuanto quiero
además de uno más que en mi firmamento
como dos soles inmensos ocupáis el centro.

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