suenan también mil cítaras de colores
que el corazón me colman y me alimentan
Te quiero,
te quiero a ti y a tus alrededores
pues si algo te atañe es bello
sin importar formas ni colores.
Te quiero,
aunque aún no lo sepas: te quiero
y no te lo digo por no sufrir lamento
de que no quieras lo que yo quiero.
Te quiero,
y es lo mejor del mundo entero
cuando siento que me miras dentro
con esos luceros marrón y negro
Te quiero,
aunque no lo quisiera hacer: te quiero
y si desaparecieras me muero
y resucitaría para morir de nuevo.
El tiempo se para sobre tus fotos
recuerdos que me empapan de nostalgia
y abren viejas cicatrices y hemorragias
en este corazón que dejaste roto.
En vano te quise olvidar Marguerite
pero espurio era cualquier esfuerzo
pues nunca quise aliviar el peso
con el que cargo desque te conocí.
Ahora Santiago llora su triste lira
y alguna temeraria serenata
cala sus piedras como una lluvia gris.
Y yo lloro también mi pena dormida
aquí, en la Artabria no conquistada
que siempre en vela,
sigue esperando por ti.
Necesito tanto tus ojos, tu sonrisa
verlas cada día aunque no me veas
son mi oxígeno y son mi alegría,
la energía que anima mis penas.
Necesito tanto tus labios, tu boca
oírte cada día aunque no me oigas
tirar chinas por el hueco que asoma
en ese trocito de nube que no atoras.
Necesito pensar que hay esperanza,
de que algún día leas este cargamento altivo
de flores no enviadas a ti, mi amada
en forma de estos humildes versos
que en mi huerto, para ti cultivo.