jueves, 16 de noviembre de 2017

Arábiga



Mi esfuerzo supremo es un lamento umbrío,
picapedrero soy y dinamitera hormiga
de tus corolarios y de tus símbolos,
de tus espacios euclídeos y de tus intrigas.

Para tus números, artesano
siempre quiero ser,
para así moldear el amor que te tengo

y manifestarlo tan sublime y tan bello
que al desentrañarte mi cuerpo
y mi espíritu se estremezcan.


Pero sé bien que no he de traspasar
más que algo de tu escamosa superficie,
porque eres densa y sinuosa, esquiva y bella
mi malévola señora de la blanca planicie. 


Me conformaré sólo con seguir en nuestras peleas,
con las noches negras persiguiendo respuestas
a las preguntas inmundas de mis otras ciencias
y con el sabor ácido y metálico del fracaso
de este numerista lánguido y enamorado.


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