Y en el medio de él tus ojos mirando
Como ojivas enormes, tornasoladas olivas
Que impías me ultrajan y me van cortando.
Con gran dolor ansío acariciar el dorado
Que es un tápiz bello, insolente y soberbio
Aurado, largo y cambado hacia un centro
Que es el origen de todo un universo.
Quiero libar esa flor carmesí, quiero
sustanciar uno a uno sus pétalos blancos
Y saborear una muerte que fuere gloriosa
Como sería morir envenenado en tus labios.
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